Las cien lecturas de narrativa que más influyeron en mi adolescencia.
¿Cómo olvidar esta narración de viajes, tan misteriosa y de final abrupto? Julio Verne la continuó con La esfinge de los hielos. Más que una novela, nos hallamos ante un cuento largo, en el que el joven Gordon Pym acumula aventura más aventura tras haberse escondido de polizón en un barco que va al Polo Sur, el ballenero Grampus.
--¿De dónde procede?
--De Tomsk.
--¿Está cortada la línea más allá de esa ciudad?
El perro de los Baskerville, de Arthur Conan Doyle.
Todas las historias de Sherlock Holmes hicieron mis delicias, pero esta no puede faltar aquí. Ambientada en los páramos brumosos de Devonshire, gira en torno a una antigua maldición que supuestamente persigue a la familia Baskerville: un perro espectral que anuncia la muerte de sus herederos. Tras el fallecimiento misterioso de Sir Charles Baskerville, el doctor Watson acompaña a Sir Henry, el nuevo heredero, para protegerlo y esclarecer la verdad, mientras Holmes investiga desde las sombras.
La novela destaca por su atmósfera inquietante: Doyle combina el racionalismo detectivesco con elementos sobrenaturales que mantienen al lector en constante duda. Los páramos, casi un personaje más, refuerzan la sensación de aislamiento y peligro. La dinámica entre Holmes y Watson brilla especialmente aquí, mostrando la astucia analítica del primero y la humanidad del segundo.


Salgari destaca por su estilo dinámico y visual, lleno de descripciones vívidas de batallas navales, abordajes y persecuciones a través de selvas tropicales. La novela combina acción trepidante con un trasfondo emocional profundo, especialmente cuando el Corsario se enfrenta a un conflicto moral al enamorarse de Honorata, una mujer ligada a sus enemigos.
La trama mantiene un ritmo vertiginoso, propio de los folletines decimonónicos, y ofrece personajes carismáticos —como Carmaux y Wan Stiller— que aportan humor y camaradería.
El jorobado o Enrique de Lagardère, de Paul Feval.Otra de capa y espada, y también de folletín. Féval combina aquí aventura, intriga y romance en el París del siglo XVII. Su protagonista, Lagardère, es un joven espadachín valiente y astuto que se ve envuelto en una conspiración cuando intenta proteger a la hija de un noble asesinado. El misterioso Jorobado, figura clave de la trama, añade un aire de suspense que sostiene la tensión hasta el final.
Féval construye una narración dinámica, llena de duelos, persecuciones y giros propios del género. La lealtad, la venganza y la justicia son temas centrales que se entrelazan con un ritmo ágil y entretenido. Aunque menos conocido que otros clásicos de capa y espada, El Jorobado destaca por su encanto aventurero y su atmósfera vibrante.
Kim es una de las obras más emblemáticas de Kipling y una novela que mezcla aventura, espionaje y un profundo retrato cultural de la India colonial. Su protagonista, Kimball O’Hara, es un joven huérfano que se mueve con naturalidad entre distintas religiones, lenguas y castas, simbolizando la riqueza y complejidad del país. Su encuentro con un lama tibetano desencadena un viaje tanto físico como espiritual, mientras el muchacho es reclutado por el “Gran Juego”, la red de espionaje británica.
Kipling combina escenas vibrantes, humor y reflexión, mostrando el choque —y la convivencia— entre mundos distintos. Aunque marcada por su contexto histórico, la novela destaca por su atmósfera colorida y su retrato de la búsqueda de identidad. Kim sigue siendo una lectura envolvente y llena de matices.
El señor de Balantry, de Robert Louis Stevenson.
Otra de Stevenson, y no será la última. Narra la rivalidad entre los hermanos Durie durante el levantamiento jacobita de 1745: James, carismático pero moralmente turbio, y Henry, más reservado pero íntegro. Un sorteo destinado a proteger a la familia los separa, desencadenando una serie de traiciones, desapariciones y reencuentros que van erosionando a todos los implicados.
La novela destaca por su atmósfera sombría y su estructura en forma de crónica, que mezcla aventuras, viajes y un creciente peso psicológico. Stevenson construye un retrato fascinante de la maldad seductora de James y de la lenta destrucción emocional de Henry. Un relato intenso y trágico sobre cómo la obsesión y el orgullo pueden arruinar incluso los vínculos más profundos.
El Capitán Fracasa, de Theophile Gautier.
Publicada en 1863, a la vez romántica y picaresca, esta novela combina aventura, humor y una profunda nostalgia por la Francia del siglo XVII. La historia sigue a un joven noble empobrecido, el barón de Sigognac, quien se une a una compañía de actores itinerantes tras perder su fortuna. Adoptando el papel del Capitán Fracasa, Sigognac vive en carne propia los peligros y las alegrías del teatro ambulante, mezclando amor, valentía y astucia en sus peripecias.
Con un estilo elegante y descriptivo, El capitán Fracasa es, al mismo tiempo, un homenaje al teatro, un relato de aventuras y una reflexión sobre la identidad, la valentía y la nobleza de espíritu.
La guerra de los mundos, de Herbert George Wells.La ciencia ficción era mi género favorito, y recuerdo nítidamente la sorpresa que me causó el final de esta novela.
Un narrador anónimo cuenta cómo, junto con su hermano y otros supervivientes, presencia la devastación causada por las avanzadas máquinas de guerra marcianas.
Wells combina tensión constante, descripciones detalladas y un sentido de inevitabilidad apocalíptica, mostrando tanto el poder tecnológico de los invasores como la vulnerabilidad humana.
A pesar de su antigüedad, la novela conserva su capacidad de fascinación por la intensidad de la acción y la innovación científica de los marcianos. Relato imprescindible que marcó un antes y un después en la literatura de ciencia ficción y aventuras.
Un mundo feliz, de Aldhous Huxley.
Esta novela estaba en la biblioteca de mi padre (no la misma edición), y fue la primera distópica que leí. También me dejó muy impresionado.
A partir de ella me hice aficionado a la política-ficción distópica, y así vinieron después 1984 de Orwell, Metrópolis de Thea von Harbou, Fahrenheit 451 de Bradbury, y otras.
Un mundo feliz presenta una sociedad futurista donde la estabilidad se mantiene mediante la manipulación genética, el condicionamiento social y el placer constante. Huxley critica la pérdida de libertad y humanidad, explorando los peligros del control y la conformidad absoluta.
El pirata, de Walter Scott.Esta novela fue publicada en 1822, y combina aventuras marítimas, intriga y los conflictos sociales de la Escocia del siglo XVIII.
Sigue a Bertram, un enigmático y audaz pirata, cuya presencia despierta tanto admiración como temor entre los habitantes de la isla de St. Ronan. Su relación con la joven Minna, marcada por el amor, los malentendidos y la tensión entre moralidad y ley, constituye el eje emocional de la obra.
Scott destaca por sus vívidas descripciones de paisajes y paisanajes, así como por el retrato de personajes complejos que oscilan entre la virtud y la ambición, mostrando el choque entre tradición y modernidad. El pirata sigue siendo un relato apasionante de aventuras y emociones humanas intensas.
Tarzán de los monos, de Edgar Rice Burroughs.Todo el mundo conocía a Tarzán por las películas, pero algunos menos leían las novelas. Yo, sólo esta, aunque no me habría importado haber ido a por las siguientes de la serie.
Es la historia de John Clayton, un niño huérfano de la nobleza inglesa que queda perdido en la selva africana y es criado por una tribu de simios. A medida que crece, Tarzán desarrolla habilidades físicas y una inteligencia excepcionales, convirtiéndose en un líder entre los animales y un maestro de la supervivencia.
Después de tanta película, no he visto ninguna que adapte la novela original. Burroughs combina acción trepidante, exploración de la naturaleza salvaje y romance, al tiempo que reflexiona sobre la civilización frente a la vida primitiva. La obra ya es un clásico de aventuras y heroísmo que destaca por su ritmo ágil, sus escenarios exóticos y el carisma del protagonista.
La novela de la momia, de Theophile Gautier.Un par de clásicos con momias tampoco podían faltar; y esta, publicada en 1858, es una obra emblemática del romanticismo y del exotismo decimonónico. La historia sigue a un joven arqueólogo inglés que descubre la momia de una princesa egipcia llamada Nitocris. Tras su hallazgo, la momia cobra vida y narra su historia, revelando secretos del Antiguo Egipto y desvelando pasiones, intrigas y tragedias de su tiempo.
Gautier combina con maestría la fantasía, el misterio y la reflexión histórica, creando un relato tanto romántico como sobrenatural. La obra destaca por su riqueza descriptiva, su atmósfera evocadora y la exploración del choque entre civilizaciones y épocas. La novela de la momia es un viaje fascinante entre historia, amor y leyenda.
Heidi, de Johanna SpyriOliver Twist, de Charles Dickens.
Por supuesto que no podía faltar el tópico anglosajón del self-made man, y para llenar este hueco ¿qué mejor obra que Oliver Twist?
También llevada al cine varias veces, la novela que nos cuenta las peripecias de este huérfano es, sin duda alguna, la narración canónica en la materia.
La vida del huérfano Oliver, atrapado entre la miseria, la delincuencia y la injusticia en la Inglaterra victoriana, configura una historia en la que Dickens combina crítica social, aventura y ternura, mostrando la lucha del inocente frente a la corrupción y la desigualdad. Pura representación del realismo, movimiento al que pertenece, como nuestro Galdós.
Los premios Nobel tampoco se salvaban de mi lista. La historia del viejo salao cuya pesca acababa en lo que no voy a contar para no destripar la historia, se ganaba un lugar porque además no me llevaba muchos días leerla.
Uno acababa la obra contristado y solidarizado con el viejo Santiago. Hemingway explora la perseverancia, la dignidad y el esfuerzo humano frente a la adversidad, con un estilo sobrio y profundamente simbólico.
¿Quién no leía historias del rey Arturo? Esta es una recopilación accesible de las leyendas artúricas tradicionales, adaptada para lectores jóvenes y adultos.
Narra la vida del rey Arturo, la formación de la Mesa Redonda, la búsqueda del Santo Grial y las aventuras de caballeros emblemáticos como Lancelot, Gawain y Galahad. Green mantiene el espíritu épico y moral de los relatos medievales, combinando heroísmo, lealtad y justicia con elementos mágicos y fantásticos. Su estilo claro y ágil permite disfrutar de la riqueza de los mitos artúricos, preservando su poder de fascinación y enseñanzas sobre valentía, honor y nobleza.
Tartarín de Tarascón, de Alphonse Daudet.¡Hombreeee! Este tampoco podía faltar. Es un clásico.
Qué ridículo resultaba este hombre. Un tipo fanfarrón que se creía el amo del mambo, obsesionado con la caza y las aventuras heroicas.
Sin duda inspirado en don Quijote, Daudet combina sátira y humor para mostrar la diferencia entre la imaginación grandiosa del protagonista y la realidad cotidiana. Episodios divertidos, crítica social, costumbrismo, vanidad humana y mucha ironía aplicó Daudet para conseguir un relato entretenido que sigue siendo popular por su capacidad de divertir y ofrecer una reflexión sobre la ambición, el orgullo y el deseo de reconocimiento.
La Flecha Negra, de Robert Louis Stevenson.
Antes avisé de que iban a venir más de Stevenson. Aquí tenemos esta, otra de aventuras para disfrutar.
Ambientada durante la Guerra de las Dos Rosas (en la que muere el Ricardo III de Shakespeare), tiene acción, conspiraciones y trama amorosa. Sigue a Richard Shelton, un joven escudero que descubre las traiciones que rodean la muerte de su padre y se une a un grupo rebelde simbolizado por las misteriosas flechas negras. Stevenson crea un relato ágil y vibrante, lleno de emboscadas, persecuciones y giros dramáticos. Aunque menos conocida que otras obras del autor, La flecha negra ofrece una lectura apasionante y muy entretenida.
Quo vadis?, de Enrique Sienkiewicz.Ya entran en escena las de romanos. No las quiero poner todas seguidas, porque no sé cuál prefiero a cuál. Son unas cuantas.
Publicada en 1896, es una de las novelas históricas más célebres del siglo XIX y un retrato poderoso de la Roma de Nerón. La obra narra el amor entre Marco Vinicio, un joven patricio romano, y Ligia, una cristiana cuya fe y valores transforman la visión del mundo del protagonista. A través de esta relación, Sienkiewicz contrapone la decadencia moral del Imperio con el surgimiento del cristianismo como fuerza espiritual y ética.
Su rigurosidad histórica es notable para la época en que se publicó. La novela destaca por su intensidad emocional y su reflexión sobre el sacrificio, la fe y la redención. Quo vadis? sigue siendo un clásico por su fuerza épica y su profunda humanidad.
El Buque Fantasma, del Capitán Marryat.Este libro tampoco podía faltar, como un clásico del romanticismo aventurero y del folclore marinero.
Pronto hará doscientos años que fue publicado, pero se sigue leyendo. Marryat utilizó aquí su experiencia como marino para recrear la historia del «Holandés Errante», el barco condenado a vagar eternamente por los mares. El protagonista es Philip Vanderdecken, decidido a liberar a su padre de la maldición que lo mantiene como capitán del navío espectral. A lo largo de su búsqueda, Philip enfrenta tormentas, naufragios y encuentros sobrenaturales que combinan emoción, misterio y un trasfondo trágico.
Un capitán de quince años, de Julio Verne.¡Sí! Esta novela es imprescindible para todo adolescente que sueñe con aventuras.
Es la historia de Dick Sand, el grumete de un barco que, tras la muerte del capitán, tiene que hacerse cargo de un barco, y de todos sus compañeros de viaje.
Como en toda novela de Verne que se precie, no podía faltar el sabio de turno infiltrado en la tripulación. En este caso es el primo Benedicto, mi personaje favorito de la novela, un entomólogo que le salva el pellejo al resto en alguna ocasión, involuntariamente, ya que era muy despistado.
La novela sigue siendo recomendable para todas las edades, creo yo. Aunque estos nuevos ya sólo leen manga. O quizás ya sólo miren los dibujos y ni los lean. Ojalá me equivoque.
Ella, de Henry Rider Haggard.Desde la primera vez que leí esta novela, que debía de tener yo diez años, me quedé rendido a los pies de Ella, Ayesha, La-que-debe-ser-obedecida.
Es una de mis máximas favoritas de la lista. Y no es para menos.
El autor explora en Ella la caracterización del eterno ideal femenino que se figura en la mente masculina; la mujer-Santo Grial del hombre, que sólo existe en el inconsciente colectivo.
Freud y Jung la citaron como arquetipo de la figura femenina en la mente masculina. Pero en realidad ¿qué hay detrás de todo eso? Sólo se nos revelará la respuesta cuando la protagonista se atreva a desafiar el favor de las fuerzas que la hicieron así, con la seguridad y el aplomo que le proporciona su narcisismo cultivado durante siglos.
Dos años al pie del mástil, de Richard Henry Dana.Más marinerías, pero en este caso nos encontramos con una historia real.
Publicado en 1840, es un clásico de la literatura marítima que narra la experiencia de Richard Henry Dana Jr., un estudiante de Harvard que decide embarcarse como marinero común para mejorar su salud y conocer de primera mano la vida en el mar. Dana retrata tal como eran las duras condiciones a bordo, la disciplina estricta, los peligros constantes y la camaradería entre la tripulación.
La obra combina observación social, aventura y un profundo sentido humanitario, denunciando los abusos sufridos por los marineros. Su estilo claro y directo la convierte en un testimonio valioso y apasionante sobre la vida naval en el siglo XIX.
El señor de Bembibre, de Enrique Gil y Carrasco.
Esta es quizás la única de los cientos de novelas históricas que se publicaron en España durante el siglo XIX, que se sigue leyendo con verdadera afición.
Publicada en 1844, es la gran novela romántica española que combina historia, sentimiento y lirismo. Ambientada en el ocaso de la Orden del Temple, narra el amor trágico entre Álvaro Yáñez y la noble Beatriz Osorio, cuya unión se ve frustrada por intrigas políticas y destinos contrapuestos. Gil y Carrasco destaca por su prosa elegante, su sensibilidad poética y sus descripciones magistrales de El Bierzo, que otorgan al paisaje un papel casi protagonista.
La obra, impregnada de fatalismo romántico, explora la lealtad, el honor y la pérdida, ofreciendo un relato emotivo y profundamente evocador del medievo español.
Los últimos días de Pompeya, de Edward G. Bulwer-Lytton.Otra histórica, otra de romanos, y otra de las grandes imprescindibles para la edad a la que la leí.
Aquí se mezcla romanticismo, drama y reconstrucción arqueológica. Bulwer-Lytton recrea con detalle la vida cotidiana de la ciudad antes de la erupción del Vesubio, tejiendo una trama centrada en el amor entre Glauco e Ione y en la amenaza moral que representa Arbaces. Aunque la obra abunda en dramatismo y personajes algo arquetípicos, destaca por su atmósfera vívida y su capacidad para transmitir la inminencia de la catástrofe.
A pesar de que no se la considera una obra de tanto valor literario como otras, sigue siendo un referente del género por su potencia imaginativa y su fuerza narrativa.
A través del desierto y de la selva, de Henryk Sienkiewicz.
Otra de mis inolvidables.
Aunque Sienkiewicz no hubiera escrito Quo Vadis?, le bastaría esta novela para pasar holgadamente a las historias de la Literatura. La línea argumental de la obra está constituida por las aventuras de los niños Stas y Nel, que, secuestrados por unos fanáticos mahometanos, se ven obligados a cruzar el desierto y la selva, huyendo de sus perseguidores y en busca de su libertad y su familia. El sentido del valor caballeresco del protagonista y una ternura contenida en la forma de narrar laten bajo la trama de estas páginas impecables, cuya frescura, encanto y atractivo el tiempo pasado sobre ellas no ha sido capaz de marchitar.
El pesador de almas, de André Maurois.Aún recuerdo la sensación romántica que me causó el final de esta novelilla, que estaba entonces en la biblioteca de mi padre y hoy en la mía.
La historia se basa en la creencia extendida de que el cuerpo humano pierde unos gramos de peso poco después de la muerte clínica.
¿Puede pesarse el alma humana? El pesador de almas combina ciencia, misterio y reflexión humanista. Maurois explora los límites del conocimiento y la ética mediante un experimento inquietante. Su prosa clara y elegante convierte la novela en una fábula moderna sobre la responsabilidad moral de la ciencia.
Drácula, de Bram Stoker.¿Qué adolescente mínimamente lector de libros no se ha metido con esta novela tan célebre?
El personaje que más loco me trajo, de verdad, era Rensfield. Mira que dar de comer moscas a arañas, arañas a pájaros y después comerse él los pájaros... Vivir para ver.
Drácula combina terror gótico y misterio epistolar para crear una atmósfera inquietante que explora el miedo, la seducción y el choque entre modernidad y superstición. Stoker construye un villano carismático y perturbador, cuyo influjo simbólico sigue fascinando más de un siglo después.combina terror gótico y misterio epistolar, creando una atmósfera inquietante que explora el miedo, la seducción y el conflicto entre modernidad y superstición.
Las aventuras de Tom Sawyer, de Mark Twain.Leí todas: la primera, y además Tom Sawyer, detective y Tom Sawyer alrededor del mundo. Tengo las tres juntas en una edición, pero para aquí me gusta más esta portada.
¿Quién no ha apreciado las altas cualidades narrativas de Mark Twain? En el mundo de Tom Sawyer todo es entrañable: la tía Polly, Becky Thatcher, Huck Finn, Syd, y hasta el borracho Muff Potter. Lectura obligatoria si se ha sido un chaval.
Las aventuras de Tom Sawyer destaca por su frescura, humor y espíritu rebelde. Twain retrata la infancia con realismo y encanto, celebrando la libertad, la amistad y la imaginación en un mundo lleno de travesuras.
Aventuras del Capitán Corcoran, de Alfred Assollant.Este es uno de los libros más divertidos que he leído en mi vida. El Capitán Corcoran es el antecesor directo de Indiana Jones. Sus aventuras son delirantes. Si quiere usted un libro para no aburrirse, este es.
El capitán Corcoran es una aventura insólita y visionaria: Corcoran viaja a la India comisionado para encontrar un libro sagrado; y, junto a su tigresa Louison, se une a la insurrección contra los británicos. Su transformación en maharajá y su lucha por la igualdad social muestran un ideal utópico poco común en las novelas decimonónicas. Assollant combina dosis de humor, épica y crítica colonial con una imaginación desbordante que convierte la historia en un relato tan comprometido como maravilloso.
Beau Geste, de Percival Christopher Wren.Beau Geste es una novela de aventura clásica que combina misterio, honor y sacrificio con una ambientación implacable en el desierto y la Legión Extranjera francesa. Wren construye personajes fuertes y leales —los tres hermanos Geste— cuya motivación no es sólo la redención sino la dignidad.
La historia tiene varias escenas icónicas. El enigma del zafiro «Agua Azul» añade suspense, pero lo mejor es cómo la novela retrata la camaradería ante la adversidad y la crueldad de un superior despiadado. Su prosa, aunque clásica, mantiene una intensidad emocional que resuena, y el relato, adaptado en varias películas, sigue siendo poderoso por su heroísmo auténtico.
Huracán, de Charles Nordhoff y James Norman Hall.Una aventurera historia que tiene lugar en las exóticas islas Tuamotu, en la lejana Polinesia. Narrada por el doctor Kersaint, que formaba parte del microcosmos residente en el remoto atolón de Manukura, se centra en la figura de Terangi, un nativo que tiene un desencuentro con las autoridades coloniales de Tahití, y ha de vivir marginado desde entonces.
La isla de coral, de Robert M. Ballantyne.
Otra historia de mares lejanos y exóticos. Hablar de esta novela me pone nostálgico, por la época de la vida en que la leí. Las aventuras de Rodolfo, Juanito y Peterkin (o Ralph Rover, Jack Martin y Peterkin Gay, según la traducción) conforman un relato idílico, lleno de esperanza y valores, que ha inspirado a autores posteriores y sigue emocionando por su sencillez y nobleza.
Aislados en una isla polinesia, deben valerse por sí mismos entre los arrecifes: construyen refugios, consiguen comida y exploran el territorio. Con el tiempo, su convivencia se ve sacudida por peligros como tiburones, piratas y tribus indígenas. Ballantyne combina idealismo, moral cristiana y aventura marítima con una mirada positiva sobre la naturaleza y la amistad.
Otra de romanos; esta vez de corte hagiográfico y apologético. Ambientada durante la persecución de Diocleciano, la historia narra con todo realismo las relaciones entre varios santos y sus martirios: Santa Inés, San Pancracio, San Sebastián, San Casiano, Santa Emerenciana y San Tarsicio. Fabiola, una joven patricia romana insatisfecha con su vida, cuando descubre la fe cristiana gracias a su esclava Syra y su prima Inés. A través de relatos de mártires reales, la novela ensalza el valor, la comunidad y el sacrificio de los primeros cristianos.
El autor combina un estilo elevado con una reflexión moral profunda, convirtiendo la obra en un llamado a la fe y a la comunión. Para un no cristiano, Fabiola ofrece valores universales humanistas y éticos: sentidos de solidaridad, comunidad, perdón, sacrificio por los demás y dignidad humana.
Aventuras del Comandante Jack, de Kay Callaghan.Jack, huérfano y marginado, sobrevive en las frías calles del Londres decimonónico cometiendo pequeños robos. Su ascenso incluye alistarse en el ejército, desertar y ser embarcado como esclavo rumbo a Virginia. A través de estas pruebas, Callaghan describe una lucha profunda entre su deseo de libertad, su sentido de la moralidad y su resiliencia. Es una historia con trasfondo social y aventura clásica que, pese a su tono juvenil, no evita los temas duros ni el crecimiento interior del protagonista.
Una de las historias de aventuras para jóvenes con más "garra" que he leído, aunque lo desconozco todo sobre su autoría. Por la ambientación, ese Londres donde el chico tiene que vivir en los crudos inviernos bajo el suelo cerca de las panaderías para no morirse de frío, y otros detalles, parece una obra escrita durante la época del realismo o el naturalismo, de algún escritor dickensiano.
La casa en el confín de la tierra, de William Hope Hodgson.Otra de las historias más alucinantes que leí en mi adolescencia, aunque el resumen parezca casi ridículo. La casa en el confín de la Tierra es una joya primordial del horror cósmico.
Narra el diario inquietante de un recluso que vive con su hermana y su perro Pepper en un caserón aislado y antiguo, rodeado por un pozo misterioso. Pronto, fuerzas infernales emergen: criaturas tipo cerdos blancos atacan la casa desde las profundidades. Luego, el protagonista atraviesa una visión alucinatoria, viajando por dimensiones paralelas y asistiendo al fin del cosmos. La atmósfera opresiva, la angustia existencial y la fusión de lo sobrenatural con lo cósmico crean un relato profundamente perturbador, que influenció a autores como H. P. Lovecraft. La maestría del autor consigue atemorizar al lector en un grado cercano a lo traumático.
El gran Meaulnes, de Henri-Alban Alain Fournier.































































































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